Bianchi, ¿Se queda o se va?

Con una campaña que asusta, la CD tomó una decisión: si esto sigue así y el técnico no renuncia, prescindirán de él sin esperar a junio. "Nadie está por encima de Boca".

Cuatro títulos locales. Tricampeón de la Libertadores. Bi Intercontinental. Cuarenta partidos invicto. Dos veces poseedor de la triple corona. Paternidad sobre River. Vestuario en armonía. Mejor técnico del mundo. Mejor equipo del mundo. Eso fue a buscar Boca a fines del 2012, cuando contrató a Carlos Bianchi. El regreso de la historia. Las luces más brillantes de la Edad de oro.

Cero título local. Eliminado en cuartos de final de la Libertadores 2013. Récord de partidos seguidos sin ganar. Fuera de la Copa Libertadores 2013. Tres meses más sin triunfos. Penúltimo puesto en el Final 2013. Promedio que adelgaza peligrosamente. Jugadores que pidieron irse y otros que siguen, pero enojados, en un vestuario sin armonía. Refuerzos que no rinden. Dirigentes defraudados, desconcertados, calientes. Esto tiene Boca hoy con Carlos Bianchi.

¿Hasta cuándo? Como máximo, hasta el final del torneo. Pero el límite puede adelantarse. El club, por primera vez, no puede asegurar que respetará el contrato hasta la cláusula de salida de junio. En realidad, todos esperan que el equipo mejore y actúe un papel digno de aquí a la última fecha. Pero si no lo hace, y Bianchi no tiene el “gesto de grandeza” que la Comisión espera, tomarán por él la decisión de aquí a un par de fechas. Con un inconveniente no menor: el técnico elegido para reemplazarlo, Guillermo Barros Schelotto, tiene todavía contrato con Lanús e inició conversaciones para renovar.

El aceptable empate contra Newell’s en Rosario había llevado cierta calma después de un verano tormentoso. La derrota con Belgrano en la Bombonera, por el resultado y por la imagen, reavivó las dudas, la calentura y la preocupación entre los principales dirigentes. “Sorprendidos no, es más de lo mismo. Lo que venimos viendo fecha tras fecha desde hace más de un año. Todo tiene un final”, le explica a Olé un hombre de la CD, resignado, luego de la reunión de mesa chica que se convocó de urgencia en la Bombonera. “Un técnico normal, en estas circunstancias, se iría”, agrega.

Las expectativas no son buenas. Varios creen que, pese a la defensa del técnico en la conferencia post partido, Nahuel Zárate no volverá a jugar, al menos por un tiempo. “Pero no nos engañemos, no vamos a creer ahora que Insúa va a ser la solución. Acá hay problemas de fondo, falta de compromiso y jugadores grandes que no responden ni se hacen cargo del equipo”, analiza la realidad otro hombre fuerte de la dirigencia.

En Boca creen que la contratación de Bianchi era inevitable. Primero por sus antecedentes, por todo lo que representa aun hoy -hasta en los peores partidos el técnico se fue ovacionado-. Y segundo, porque era una bala que había que gastar. “Si no, ningún técnico que viniera iba a poder trabajar tranquilo. Si esto termina así, Bianchi dejará de ser una sombra para los siguientes”, opina otro directivo.

Ni el más pesimista, sin embargo, imaginaba esta pesadilla. Si el torneo terminara hoy, Boca estaría arrancando la nueva temporada con 1,06 de promedio, seis centésimas más que el último. Bianchi, este Bianchi que nunca fue el mismo luego de la siesta, está haciendo una campaña de descenso. Por eso el margen se redujo.

Hay un lema que proclama esta conducción: “Nadie está por encima de Boca”. Ni Bianchi. Tampoco Daniel Angelici, votado para gobernar y decidir. Llegado el caso, el presidente tomará una de las decisiones más difíciles de su vida política: prescindir de Bianchi.

Y adiós fantasmas.

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